
Ubicarse en las ciudades cubanas es muy sencillo. Las calles se denominan con letras y con números. Aquí, por ejemplo, estamos en F y Tercera. El edificio, de 24 plantas, corresponde a una residencia universitaria que acoge a medio millar de universitarios no residentes en La Habana. El Estado cubano se hace cargo de su manutención (pollo medio crudo y arroz duro), del aseo (una pastilla de jabón verde al mes) y de la vivienda (compartida en cuartos ocupados por 4 o 5 personas). Como devolución, los universitarios, una vez que finalizan sus estudios, deben trabajar durante dos años en lo que se denomina Servicio Social, y es obligatorio (de no hacerlo no hay homologación del título). Los sueldos no superan los 100 euros al mes.

Los autobuses, llamados guaguas (proveniente del inglés "wagon"), están numerados. Con su matrícula y el número de la unidad. El asunto es que en Cuba la comunicación en bus es bastante deficiente. No hay. Es más, no hay líneas regulares de autobuses que tengan las mínimas condiciones. De ahí que siempre todos ellos vayan saturados de público. El pago del billete es voluntario (y todos pagan), pero muchos prefieren utilizar los almendrones, taxis particulares compartidos, que han creado sus propios recorridos. Los autobuses destinados a los turistas son de reciente fabricación.
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